El cuartico donde los curas tomaban el desayuno era un cuarto que daba sobre el jardín de las rosas y donde vivía la gorda. Ese cuarto era bonito, con mucha luz y en una esquina había una estatua grande, grande que tocaba casi al techo y a ese santo lo llamaban San Cristóbal. Ese santo era un poco viejo y también tenía un hijo, pero no lo cargaba como María cargaba al niño Jesús que era también su hijo. San Cristóbal lo sentaba sobre sus hombros y lo tenía con un brazo. Ese santo parecía apurado, una de sus piernas parecía que caminara y la cabeza también la empujaba para adelante. Una monja me había contado que esa estatua estaba ahí desde mucho tiempo porque pesaba tanto que no habían podido subirlo por las escaleras. Ese santo no me gustaba como los otros porque siempre parecía como si estuviera apurado y uno no puede ni rezar, ni hablar, con un santo que está afanado de irse.

Memoria por correspondencia, Emma Reyes

 

„Je ne passe jamais devant un fétiche de bois, un Bouddha doré, une idole mexicaine sans me dire: C’est peut-être le vrai dieu.“ Charles Baudelaire

Mir träumte, als Mitglied einer forschenden Expedition in Mexiko zu sein. Nachdem wir einen hohen Urwald durchmessen hatten, gerieten wir auf ein oberirdisches Höhlensystem im Gebirge, wo aus der Zeit der ersten Missionare ein Orden sich bis jetzt gehalten hatte, dessen Brüder unter den Einheimischen das Bekehrungswerk fortsetzten. In einer unermeßlichen und gotisch spitz geschlossenen Mittelgrotte fand Gottesdienst nach dem ältesten Ritus statt. Wir traten hinzu und bekamen sein Hauptstück zu sehen: gegen ein hölzernes Brustbild Gottvaters, das irgendwo an einer Höhlenwand in großer Höhe angebracht sich zeigte, wurde von einem Priester ein mexikanischer Fetisch erhoben. Da bewegte das Gotteshaupt dreimal verneinend sich von rechts nach links.

Einbahnstraße. Walter Benjamin

 

Con la tarde se cansaron los dos o tres colores del patio. Esta noche, la luna, el claro círculo, no domina su espacio. Patio, cielo encauzado. El patio es el declive por el cual se derrama el cielo en la casa. Serena, la eternidad espera en la encrucijada de estrellas. Grato es vivir en la amistad oscura de un zaguán, de una parra y de un aljibe.

Un patio, Jorge Luis Borges

En el tabaco, en el café, en el vino, al borde de la noche se levantan como esas voces que a lo lejos cantan sin que se sepa qué, por el camino. Livianamente hermanos del destino, dióscuros, sombras pálidas, me espantan las moscas de los hábitos, me aguantan que siga a flote en tanto remolino. Los muertos hablan más pero al oído, y los vivos son mano tibia y techo, suma de lo ganado y lo perdido. Así un día en la barca de la sombra, de tanta ausencia abrigará mi pecho esta antigua ternura que los nombra.

Los Amigos, Julio Cortázar

“Every ethnographer reinvents the genre of ethnography when sitting down to write. Our genre will always be quirky because it comes about through the magic of a unique intersection in time and space between a set of people and a person who wants to tell their story. This moment of shared mortality is improvised and fleeting, and won’t ever be repeated. There is something so spiritual about ethnography. We try to honor, with accuracy and poetry, a fragment of what was revealed to us. Keep in mind that uncertainty will haunt you during the whole process of writing. Even after numerous revisions, you will likely fail to live up to the ideal of what you hoped to be able to write. When you finish, admit to yourself it’s flawed, but feel blessed that you told a story that was yours alone to tell.” 

Read More, Write Less, Ruth Behar